El blog de Vida en Prodigy MSN con Vale Villa
¿Cuál quieres primero? ¿La buena o la mala? A nadie nos gustan las malas noticias y últimamente en este país, son las que abundan, abruman y aplastan. Leo a los articulistas de opinión de diferentes corrientes ideológicas en pugna por cuál es la mejor actitud que habría que asumir frente a tantas muertes, desgracias, inseguridad, corrupción e injusticias.
Algunos dicen que las cosas nunca habían estado peores. Otros que antes la situación estaba bajo control aunque no estábamos bien como país. Los más optimistas dicen que son unos fatalistas aquellos que sólo se enfocan en las dificultades del país y que hay muchas cosas que están funcionando bien.
Sin duda, la situación es muy complicada. 100 muertos tan sólo la semana que acaba de concluir... y mejor ya no hablamos del número total de muertos en lo que va del año. Es evidente que el gobierno ya no sabe qué decir ni qué hacer. Declaraciones desafortunadas de Calderón, buscando culpables, sacando a relucir hasta a su compañero de partido Vicente Fox y diciendo que los asesinos parecen haberse vuelto locos... ahora resulta que todos son psicópatas en libertad...
Pero tampoco estamos seguros de qué habría pasado si el panismo no hubiera llegado a la presidencia. No sabemos si esto que hoy vivimos y que muchos intentamos entender hubiera pasado de todos modos, sin importar el color del partido en el poder. Yo pienso que sí, que tarde o temprano el poder del narcotráfico, las pocas opciones de las clases populares y la corrupción de la policía y del gobierno, problemas que arrastró el priismo durante décadas, iban a explotar.
Lo mío, obviamente, no es el análisis político. Lo mío, es la conducta humana, sus motivaciones, las emociones, los mecanismos de defensa y las diferentes formas en las que podemos contar la historia de nuestra vida. Y pensé, (gracias a una amiga de Twitter que pidió: "Vale, aviéntate un tema sobre cómo sopesar la vida en este México, sin que las pésimas noticias nos mermen la paz no?") en escribir algunas alternativas para enfrentar una realidad que no podemos dejar de ver ni subestimar. Un entorno que nos estalla todos los días en la cara y nos obliga a generar conductas adaptativas, actitudes nuevas, pero sobre todo, que nos pide urgentemente que salgamos de la zona de confort.
Primero: Culpar al gobierno es una reacción entendible pero no soluciona nada. Calderón nos podrá caer bien o mal, pero echarle toda la responsabilidad es de una miopía intelectual muy grande. El problema del país es sistémico y no responsabilidad de un solo hombre, por más maligno o inepto que nos parezca.
Segundo: Dejar del todo de leer el periódico y escuchar los noticieros de radio y televisión no es buena idea. La realidad está ahí y no desaparece. Lo que sí podemos hacer es elegir lo que vemos, lo que leemos y lo que escuchamos y no tragarnos todo lo que nos dan. Hay que seleccionar a quién leer, a quién oír y a quien ver. Y no creerlo todo, porque no siempre se trata de elementos confirmados, y a veces la información tiene más que ver con luchas de poder entre medios que con la verdad. Ser selectivo, en general, siempre sirve para vivir mejor.
Tercero: No permitirnos criticar ningún acto de corrupción si en nuestra vida cotidiana somos parte del problema, aunque se trate de pequeñas acciones. Si evadimos impuestos, compramos piratería, nos metemos en la fila para ganarle el lugar a alguien que está esperando o faltamos a nuestro trabajo mintiendo sobre las razones, creo que no podemos atrevernos a decir absolutamente nada. Es este el momento de ser intachables.
Cuarto: Hay muchas iniciativas ciudadanas que buscan aportar algo al país. Causas políticas, sociales, ecológicas y humanitarias. Decir "hagamos algo" no soluciona nada. Hay que incorporarse activamente a la que más nos enamore y comprometernos. A nadie le sobra el tiempo. El heroísmo es justamente sacar la valentía, las ganas y la motivación cuando parece que no nos cabe nada más en la agenda.
Quinto: Muchos proponen como solución rescatar a la familia y sus valores como célula básica de la sociedad. Lo hemos leído tanto que ya no nos dice nada esta idea. Pienso a veces: ¿De qué valores hablan? Cada clase social, grupo cultural, étnico o regional tiene sus propios valores. ¿Al hablar de familia hablamos de familia nuclear, heterosexual, con uno o dos hijos, con ideales aspiracionales de consumo burgués? Familia es muchas opciones, muchas formas de vivir la vida, muchas elecciones humanas. Ojalá nuestros "ideales" sociales fueran más incluyentes y menos sectarios. Como terapeuta tengo contacto con todo tipo de personas, parejas y familias. Todas merecen mi respeto. Todas tienen diferentes formas de concebir el mundo y sus vidas. Todas quieren ser felices, pero la felicidad se ve diferente para cada una. La tolerancia, o mejor dicho, el profundo respeto y aceptación por las diferencias individuales es otra cualidad humana que deberíamos trabajar cada día si queremos un país mejor.
Sexto: El optimismo o el pesimismo per se, no son posiciones inteligentes. Buscarle siempre lo bueno hasta lo peor puede ser más un mecanismo de negación que una actitud deseable. No se trata de optimismo a ultranza. El otro día dije que a veces pensaba que México estaba jodido y varios se me fueron a la yugular. Tienen derecho sin duda, pero la verdad, yo también tengo derecho de sentir y pensar eso a veces y no quiere decir que no ame a mi país o que me esté deslindando de responsabilidad personal cuando digo que México está jodido.
Los consistentemente pesimistas tampoco son muy inteligentes ni muy agudos para captar la realidad porque su único sistema es destruir absolutamente todo lo que pasa en el país. Entonces la opción de ver alguna bondad en ciertas cosas, les es prácticamente imposible. Me acuerdo de un crítico de cine que escribía hace como 25 años para una revista que circulaba en la Ciudad de México. Todas las películas le quedaban chicas, todas eran una porquería; no había manera de confiar en él, porque todo estaba mal. Los extremos se tocan. Cuidado con ellos.
Quiero terminar mencionando algo que se llama Sistema Psicoinmunológico y que consiste en lo siguiente: por más trágica que sea la realidad y lo mucho que nos impacte negativamente, tenemos la capacidad de reponernos a lo que sea y volver a la normalidad emocional con el paso del tiempo. Esta coyuntura terrible de nuestro país no puede durar para siempre. Estoy segura de que podremos solventarla, pero no por optimista irracional, sino porque la historia de otras naciones lo comprueba. Huracanes, golpes de estado, regímenes militares, terrorismo y guerras civiles o étnicas. En todos los casos, la reconstrucción de un país se ha probado posible. No tenemos el monopolio del dolor y podemos ver cómo muchas otras naciones han sobrevivido y salido adelante de las peores circunstancias. Seamos solidarios. Mostremos interés y humanidad en nuestros pequeños grupos de convivencia: con nuestra familia, pareja, compañeros de trabajo, vecinos y hasta compañeros de tráfico en la hora pico; siendo amables, respetuosos, sonriendo a pesar de todo y ayudando. El poder del amor es muy grande. Amemos a los nuestros, locamente, comprometidamente. Y eso incluye a todos los mexicanos.