jueves, 27 de diciembre de 2012

La SEP, el SNTE y la reforma educativa


Por Jesús Bernardo Miranda Esquer *
La escuela mexicana está en crisis: en realidad siempre lo ha estado. Parafraseando a Jaume Carbonell (2002), es necesario entender que la escuela como institución ha estado en crisis de manera permanente. El tiempo en la escuela marcha lento, el tiempo en la vida avanza mucho más rápido. El desfase entre la escuela y la vida, es un desfase que no es exclusivo de México, como el gobierno lo quiere hacer notar.
Toda Europa está sumida en una crisis social y educativa, ahí está el movimiento Juventud sin futuro, por mencionar un síntoma de esta crisis internacional en educación. Para el caso de México, es la SEP la encargada de equipar las escuelas con la infraestructura necesaria para abordar los desafíos del s. XXI. Sin embargo, ha existido una sistematización del error y de las recetas mágicas: el caso concreto, Enciclomedia, donde se adquieren grandes volúmenes de equipos, se meten a las escuelas de todo el país, sin una capacitación previa para los profesores y profesoras, y sucede lo que debería suceder en esas condiciones tan erráticas: absolutamente nada. En este sentido su servidor, junto con otros colegas (Sagástegui, Vidales, et al), realizamos un seguimiento de la operación del programa en distintos estados de la República, concluyendo que los cambios a las prácticas educativas habían sido superficiales.
Las reformas curriculares desde la del 93 para educación básica, a las recientes retomando el enfoque de Educación Basada en Competencias (EBC), se han caracterizado por una improvisación dentro de los distintos niveles de concreción de dichas reformas. En este sentido documentamos la más reciente, en el caso concreto de Sonora (Miranda, J. B., García, J. y Miranda, J. F. 2010, 2011). Este ha sido el accionar de una secretaría de Estado, lo anterior nos revela que la educación no ha sido prioridad nacional.
En México se ha evaluado mucho, muchas veces. Como diría Aboites (2010) ya sabemos de qué estamos enfermos, pero no buscamos la cura. Se ha evaluado mucho, pero corregido muy poco. La evaluación ha servido para etiquetar escuelas en malas, regulares y buenas. Esta evaluación además ha servido para brindar estímulos a profesores y profesoras, siendo una actividad que contradice el planteamiento original de este tipo de evaluaciones para la mejora del servicio educativo.
En este nuevo gobierno, Emilio Chuayffet, titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), quien es Licenciado en Derecho, con experiencia de haber sido el titular de la Secretaría de Educación, Cultura y Bienestar Social del Estado de México, plantea una reforma educativa de largo alcance. El alcance inmediato es destronar a la lideresa vitalicia, Elba Esther Gordillo Morales, y desmantelar de manera paulatina al Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE). El fondo estructural no se centra en dicha reforma, se pretende una evaluación universal a los profesores, lo cual no es negativo, si se suprime la idea de quitar del puesto de trabajo a quien repruebe. Si es la SEP la que ha formado a los profesores y profesoras del país. Si es la SEP la que orienta la actualización docente, es a la SEP a la que se le debe anotar en su expediente el porcentaje de reprobación de los profesores que formó en las escuelas normales, no al SNTE.
El SNTE, por su parte, se ha encerrado en las luchas gremiales. El conflicto entre la CNTE y el SNTE, ha desgastado a las partes, resultando la SEP, la principal beneficiada por esta lucha de poder. Siendo en un plano ideal, los profesores y profesoras de nuestro país knoworkers –trabajadores del conocimiento-, se ha dejado de lado el estudio sistemático de nuestra labor docente, de ahí que cuando el profesor deja de reflexionar su propia práctica, y dialogar la teoría educativa con su práctica pedagógica, se pierde esa capacidad de renovación.
El SNTE y la SEP, no han sido capaces de dialogar. La interlocución no ha sido efectiva, los acuerdos siempre se han realizado para cortos lapsos de tiempo. Debe el SNTE, pugnar por una formación y actualización docente de calidad que le corresponde a la SEP brindar a sus profesores.
En este sentido, Gimeno Sacristán lo plantea claro y sencillo, por lo que parafraseo su idea: unos deciden la educación –los políticos-, otros hablan de educación –los investigadores o universitarios- y otros la realizan –los profesores-, pero ninguno de ellos se conoce, si se conocen se comunican mediante códigos diferentes, por lo que no se entienden. Lo ideal sería que quienes hacen la educación, esto es: los profesores y profesoras, la discutan –lean y escriban sobre ella- y en cierta medida, la decidan.
Pero para que esto suceda, debe el SNTE y la propia SEP, promover el acceso a estudios de posgrado de alto rendimiento a los profesores y profesoras de educación básica y media superior, para que los mejores, tengan los elementos teórico-conceptuales de proponer posibles salidas a la crisis que hoy experimentamos, desde siempre. Y becar a profesores en estudio de alto rendimiento, no debe ser considerado un acto de fe y buena voluntad, sino como una acción estratégica para re-pensar la escuela mexicana.
Considero, finalmente, que la reforma educativa se queda corta desde su nombre: re-forma, esto es, dar forma nueva a partir de una forma conocida. ¿Por qué mejor no hablamos de una transformación educativa? Trans-forma, en otras palabras: pasar de una forma A conocida, a una forma B, inédita.
Una transformación educativa implicaría, entre otras cosas: cambiar el sistema de evaluación de los profesores. Pasar de una evaluación estática y transversal, a una dinámica y longitudinal. De una evaluación que recolecta datos mediante exámenes censales en un solo momento de tiempo, verificando el estado académico que guardan sus profesores; hacia un nuevo modelo que recolecte evidencias a lo largo del ciclo escolar, y que los datos sean el insumo al profesor para corregir su práctica docente, en donde se discuta con los profesores los resultados. No podemos pretender cambiar el sistema de evaluación de los profesores atorados en instrumentos de evaluación limitados como los exámenes. ¿Por qué no construir rúbricas y presentarlas a los profesores para que ellos decidan el tipo y nivel de mediación que pueden realizar? Estaríamos ante otros instrumentos y estrategias de evaluación que de manera significativa, apoyarían a los profesores y directivos a mejorar sus desempeños.
* Profesor de primaria, secundaria, licenciatura, maestría y doctorado. Director de escuela primaria. Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Sinaloa.

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