Un joven ejecutivo, sobre exigido por una de esas empresas trasnacionales donde lo único que cuenta es ser ferozmente competitivo, rompe con el puño una ventana de la oficina porque ya no puede más.
Una exitosa doctora, especialista en cirugía de corazón, sufre un episodio traumático en el que está a punto de perder la vida y queda incapacitada emocionalmente para ejercer como cirujana. Lejos de dolerse, se siente liberada y decide, a los 43 años, dedicarse a otra cosa para ganarse la vida...
Todos las necesitamos. Todos sentimos de vez en cuando, y a veces más que eso, que ya no podemos seguir adelante, que necesitamos hacer un alto en el camino. La parte rutinaria de la vida como las exigencias comunes, ganar dinero, hacerse de un patrimonio, educar hijos, ser competitivo en el mercado laboral, superar las dificultades propias de la profesión, superar las ansiedades que genera el paso del tiempo y el miedo a hacerse viejo y no lograr la consecución de los sueños generan fracturas emocionales, crisis de ansiedad, depresiones crónicas y ganas de salir huyendo.
Los mecanismos que podemos utilizar para "sacar vapor" ya sea para liberar tensiones o para manejar nuestras ansiedades y angustias vitales, definen nuestra personalidad de una manera radical. Podemos escoger diversos caminos:
- Dependencias: Bebernos uno o dos vodkas antes de dormir, para relajarnos y conciliar el sueño; fumar varios cigarros cada que nos sentimos ansiosos; buscar sexo como una forma de relax dejando de lado la parte afectiva; abusar de los tranquilizantes, antidepresivos, drogas diversas y alcohol...como una forma de olvidarnos momentáneamente de la realidad. Todas estas "estrategias" pueden tomar el nombre de negación, que es un mecanismo defensivo a través del cual evitamos las partes dolorosas de la realidad, las preocupaciones y asuntos que deben ser resueltos para que dejen de angustiar o las frustraciones propias de cualquier vida humana.
- Agresión: Éste es un impulso natural al ser humano, que bien utilizado permite defendernos de los peligros y proteger nuestra dignidad e integridad. Utilizada en exceso, como mecanismo liberador de tensión, lleva a la violencia. Gritar, golpear o pelearse en la calle, es señal de que los niveles de tensión han llegado a ser muy altos e insoportables y un indicador claro de pérdida de control emocional.
- Huidas: Todos huimos a veces, aunque hay quienes sistemáticamente, cambian (huyen) de pareja, de trabajo o de país. Es una estrategia de abandonar antes de ser abandonado, cuando las cosas se han puesto difíciles, cuando nos sentimos incapaces de enfrentar lo que viene y cuando el miedo se apodera de nosotros y preferimos dejar de ser quienes somos para inventarnos una y mil veces una nueva identidad, truncando relaciones, carrera profesional y la posibilidad de consolidarse como adulto.
- Sublimación: Sublimar quiere decir transformar un deseo frustrado, un ideal inalcanzable, en algo alcanzable o posible. Es la forma quizá más saludable de buscar la liberación de la tensión y la ansiedad. Las formas más frecuentes de sublimación son: practicar deportes, realizar prácticas espirituales como yoga, meditación o tai chi. Escribir, convirtiendo en relatos liberadores a través de la creatividad y la imaginación, las vivencias que lastiman, frustran o cansan. Pensar en los demás, para darle perspectiva a nuestras propias tragedias personales, siendo capaces de abrir los ojos a otras realidades humanas quizá mucho más angustiantes y apremiantes que la nuestra es una actividad de sublimación. Cantar, bailar, pintar, aprender cosas nuevas, cambiar rutinas viejas por nuevas, son otros ejemplos.
- Vínculos significativos: La pareja, los amigos y la familia son relaciones importantes que al ser cultivadas generan una sensación de liberación de tensiones. El generar momentos de cercanía, recuerdos agradables y hasta entrañables, sirven como amortiguadores de la pesadez y cotidianeidad que tiene una vida más o menos estructurada y con cierto orden. Amar a otros, escuchar y ser escuchado, participar en rituales familiares, reunirse con los amigos y abrirle el corazón a alguien en quien se confía plenamente, tiene poderes curativos insospechados para combatir aquello que Kundera llamó "la insoportable levedad del ser".
Como punto y aparte, habría que considerar la tendencia universal a buscar el amor o mejor dicho, a estar enamorado, como un antídoto contra el tedio y el aburrimiento de la vida. Idealizar a una persona nos aleja temporalmente de esta sensación de sinsentido o de vacío. Sentirnos amados por alguien, mitiga nuestras angustias y parece "curar" mágicamente nuestros dolores y zozobras.
Pensar que haber encontrado el amor nos dará la fuerza para enfrentar la adversidad, es un pensamiento más romántico que real, porque la fortaleza interior requiere de un cierto grado de autonomía y no de la dependencia que subyace a cualquier enamoramiento en sus fases iniciales.
Todas las opciones antes descritas, son ante todo una decisión personal. Requieren, por ello, de una confrontación personal e íntima sobre cuáles son los mecanismos para liberar tensión que cada uno prefiere. Cada elección conlleva un resultado diferente. Sin calificar moralmente a ninguna de ellas, podría decir que en mi experiencia optar por la sublimación y por el cultivo de los vínculos significativos, no idealizados sino realistamente cultivados, son las alternativas más saludables universalmente.
Publicado aquí por Vale Villa: http://estilos.prodigy.msn.com/blogs-podcasts/vida/articulo.aspx?cp-documentid=26582892&page=0
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