"Parecería que no hay escapatoria. Por una cosa o por otra, acabamos criticando a los demás. Criticar y enjuiciar al otro, es un pié del que todos cojeamos. Es interesante marcar un alto y de revisar qué criticamos y por qué el no hacer tal o cual cosa nos hace sentirnos “superiores” a los demás. La segunda parte del ejercicio sería darnos cuenta que esto de criticar a otros es una señal de alerta, un foco rojo, ya que de ahí a la intolerancia hay un paso. Es necesario aprender a ponernos en los zapatos del otro, y si no podemos entenderlos, lo mínimo que podemos hacer es respetarlos. Eso de sentirnos superiores a otros porque ellos hacen algo que reprobamos, lejos de ser un síntoma de fortaleza, habla de una gran debilidad.
El estar bien con uno mismo no puede venir de la comparación con otros. Es además una gran tontería pues si bien es cierto que hay otros que están mucho peor, también hay otros que están mejor, así que es una completa pérdida de tiempo. El único parámetro de comparación posible es uno mismo. Fortalecerse con las debilidades de otros, es tomar unas vitaminas muy caducas, ojo".
Fragmento autoría de Fernanda de la Torre.
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