Diez caminos de virtud
- Nunca debe buscarse la ayuda de los dioses, ni en los casos más extremos. Es posible que estén ocupados; importunarlos puede provocar consecuencias funestas. Además, es dudoso que un comunicado humano pueda llegar a sus oídos, por aquello de avalanchas y la explosión de decibeles, por no hablar de las tormentas magnéticas.
- Debe amarse a los dioses porque purifica el corazón.
- Hay buenos indicios de que el respeto a los padres, el cuidado a los pobres, los viejos y los huérfanos, así como el cariño por los animales es apreciado por los Inmortales.
- Se puede rezar en cualquier parte. El peor lugar son los templos. Son muy tiesos.
- No mates a nadie. Trata de pensar bien de la gente y préstale virtudes de vez en cuando. Nunca difames, que es la forma más despreciable de asesinato.
- En el amor sensual, evita el exceso, pero también los escrúpulos innecesarios. Una pareja de amantes felices es mejor y más natural que un enredo de neurasténicos exquisitos. Especialmente en la versión con hijos, obligados a contemplar el espectáculo de los tormentos diarios de sus progenitores.
- Trata de ser feliz porque sólo los felices pueden hacer felices a los demás.
- Se puede robar cuando es necesario para sobrevivir. Pero no debe uno hacer de eso una ideología.
- Evita las ideologías que prometen la liberación final de la Humanidad. Dotados de una partícula de libertad, debemos, por el contrario, limitarlas por el bien de nuestro vecino.
- Solamente hay pecados espirituales. Los pecados de la carne llevan dentro su propio castigo: la parálisis progresiva de los lujuriosos, el corazón inflado de los glotones y el pie plano de los soplones.
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